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El domingo Alejandro Cappuccio entró llorando al campo de juego del estadio Centenario. Pero terminó con una gran sonrisa.

Alejandro Cappuccio, el técnico de Rentistas, entró llorando el domingo al Centenario. Es que mientras recorría el túnel rumbo a la cancha, para hacer su debut absoluto como técnico en Primera A, le vino a la mente su frustrada carrera de futbolista. No pudo impedir las lágrimas y se fue enseguida al banco para que sus jugadores no lo vieran.

Hoy le agradece a Humberto Grondona, el técnico de Nacional que lo dejaba en el banco porque no era un zaguero alto. Y que lo mandaba a estudiar porque era rubio y de ojos celestes. “Además, yo ya estaba en primero de facultad y en mi casa había una presión muy grande para que dejara de jugar. Se me acabó el mundo, hasta que llegó Anavitarte a invitarme para unos viajes con Nacional Universitario y me salvó la vida.
Ya me habían ido a buscar de Defensor y Wanderers pero no quise ir. Tenía una tristeza enorme porque se había acabado mi carrera sin llegar a Primera. Tenía que haber ido al psicólogo, pero en esa época no se usaba. Y canalicé mi tristeza con el estudio”, reconoció Cappuccio en su estudio, no sin antes aclarar que no es en su oficina que se atiende a los clientes. Y de disculparse por el desorden.

Fuente/Nota completa: Ovación – El País